A partir de aquí, dragones

“Aquí hay dragones, Hic sunt dracones, Here be dragons”. Esta era la inscripción con la que los cartógrafos tardomedievales marcaban en los mapas los territorios inexplorados, y por tanto potencialmente peligrosos. Figuras de dragones, serpientes marinas e incluso otros animales que en aquella época entraban también en la categoría de mitológicos, como leones o elefantes, guardaban los confines en blanco del mundo, en los que no se sabía qué dibujar.

Al hombre siempre le ha aterrado lo desconocido y no sin motivo. Frente a un mundo con el que nuestras fuerzas son tan desiguales, la ignorancia y la temeridad se pagaban a menudo con la vida del osado aventurero. No obstante, todo progreso y todo conocimiento provienen a su vez de la exploración.

Hay a quienes los dragones nos atraen: necesitamos cartografiar lo desconocido, probar cosas nuevas.

¿Cuántos de nosotros hay? Si os pidiera que levantaseis la mano seguro que esto parecería un concierto de U2, Bruce y Madonna juntos. Quizás lo que nos falta es saber los unos de los otros, conectarnos.

La vida contemporánea es diversa, fragmentada, caleidoscópica: cada vez más entornos distintos reclaman nuestra atención y debemos llegar a cumplir en todos ellos. Debemos hacerlo todo y todo bien.

Una exigencia muy alta, que pagamos en stress y en la disminución en nuestra capacidad para concentrarnos. Y por ende, en la consecución de nuestros objetivos. Como todos los genios de la pintura sabían, las metas más sublimes requieren de una atención exacerbada y cierto grado de obsesión.

Sin embargo, este nuevo entorno también abre muchas puertas para nosotros, los dragonófilos. Pero la curiosidad y la dispersión no tienen buena prensa ya que lleva en muchas ocasiones a dejar muchas tareas inacabadas.

La sociedad industrial de la que provenimos necesitaba además de trabajadores muy especializados, obedientes y fácilmente reemplazables, y lo estimulaba premiando estos comportamientos y censurando los opuestos. La crisis, sin embargo, ha puesto en evidencia los peligros de la ultraespecialización laboral y el seguir sin cuestionar los patrones dados: personas que han cumplido lo que se esperaba de ellos, con los esquemas “de toda la vida” que hasta ahora les funcionaban muy bien comprueban ya no sirven o que incluso han hipotecado su futuro y no saben hacia dónde dirigir sus pasos. La necesidad de reinventarse era algo con lo que no contaban. Quizás, como dice Seth Godin, ha llegado la hora de los artistas, de los proactivos, de valorizarnos potenciando las cualidades que nos hacen únicos e imprescindibles. Las que no tienen cabida en un CV.

Y quizás el modo de conseguirlo sea colaborando entre nosotros en vez de compitiendo. Si todos somos únicos, nadie puede ocupar el lugar de nadie. Ya tenemos bastante con los hombres grises, los que penalizan todo lo que se sale de la norma, aunque esta infracción de la norma sea algo minúsculo y trivial como el gusto por un sabor diferente en las bebidas o un vestuario más colorista.

En la psicología y la educación actuales existe un nuevo término: multipotencialidad, referido a las personas que tienen muchos intereses y pueden llegar a ser exitosos en muchos campos distintos si son capaces de manejar las dificultades intrínsecas a su propia naturaleza. (En este blog se abunda sobre el tema). Otros lo llaman polimatía
El ejemplo extremo de este tipo de personalidad sería Leonardo, pero aunque la genialidad no está al alcance de todos, sí que muchos nos vemos abocados, tanto por necesidad como por carácter, a ser multitarea.

La nueva sociedad interconectada, es además un buen lugar para las personas en las que predomina un tipo de pensamiento simultáneo o no lineal. Esto es, el no basado en causa-consecuencia sino que busca las conexiones globales mediante asociaciones, conectando ideas y buscando patrones. Los que usan en mayor proporción el lado derecho del cerebro y piensan en imágenes. Las redes sociales (especialmente las basadas en lo visual), la navegación saltado de un link a otro, las exigencias laborales que nos demandan sobresalir en multitud de aspectos… Indican que nuestro momento ha llegado si aprendemos cómo navegar estos mares. Enfrentándonos a nuestros particulares dragones.

Pero es que además ¡el mundo se ha hecho más pequeño! Primero fue la evolución de los medios de transporte, luego los de comunicación de masas y entre ellos finalmente, internet, los que han hecho que las influencias se extiendan más allá de la presencia física. Hoy en día, más que una mera influencia es una auténtica interferencia de otras partes del mundo en nuestra vida cotidiana.

Muchos son los que han estudiado o trabajado fuera de sus países, o trabajan diariamente en un entorno multinacional: los que somos o hemos sido multilocales.
Los que vivimos o hemos vivido a caballo entre dos o más países por razones laborales, de aprendizaje, sentimentales. Los que tenemos amigos con los que nos entendemos en una cacofonía de idiomas, a veces, peligrosamente cercana a la del monje Salvatore de “El nombre de la rosa”.

Los que no sabemos en qué casa de qué ciudad de qué país nos hemos dejado alguna cosa. Los que vemos tradicional un menú compuesto de gazpacho, un curry y mochis. Los que recibimos cualquier avance tecnológico o de comunicación con algo más que el orgasmo hipster por estar en la vanguardia: para nosotros, campeones del Skype y los vuelos lowcost, significa una mejora tangible en nuestro día a día. Los que siempre estamos echando algo de menos, particularmente personas, pero también ese té en concreto que sólo puedo encontrar allí, el aceite hidratante que suelo usar cuando vivo allá, tanto como esos aperitivos de “mi tierra”. Sólo que al pensar en “mi tierra”, ya no nos imaginamos un único lugar.

Empiezo este blog como modo de cartografiar todas esas distintas actividades, descubrimientos y tendencias en mi entorno de lugares y personas. Como un modo de conectar con mi tribu, de estimularnos mutuamente. ¿Eres tú uno de ellos? Tracemos nuestros propios mapas y leyendas. Quizás nos sirva realmente como guía e inspiración para viajes posteriores.

He decidido llamarlo Dragonfruit, porque la pithaya o fruta del dragón es una fruta fresca y dulce sin ser empalagosa cuyo sabor he conocido realmente en uno de mis viajes.

Los que llegan a Europa, son ejemplares poco maduros, refrigerados que llegan blandos, sin sabor. Uno puede creer conocer un sabor y estar equivocado, así que a veces hace falta mover el culo y acudir a la fuente. Espero poder descubrir el verdadero sabor de muchas otras cosas.

Además, este es el año del dragón según el calendario Chino y este verano también recibí un Dragón como regalo según mi horóscopo de Myanmar (que depende del día de la semana en que se nace). Vivo cerca de la casa-dragón imaginada por Gaudí y en mi ciudad se celebra cada año una fiesta que aúna dragones, rosas rojas y libros. Demasiadas quimeras para no investigarlas.

Haya pues, a partir de aquí, dragones.



2 Respuestas a “A partir de aquí, dragones”

  1. Amaia G dice:

    Yo también me confieso dragonófila y me apunto contigo a aventura!
    Muy chulo el post :)

  2. Angelika dice:

    Me declaro adicta a la fruta del dragon! Me encanta su frescura y dulzura, pero no tiene nada que ver con lo que llega a Europa, es una lastima porque no podemos disfrutarla de su sabor unico.

    Este blog promete mucho. Tendre que seguirte muy de cerca para saber a donde llevará el proximo post! Tengo muchas ganas de saber de que tema se tratará.

Responder a Angelika