Viajar de cine: The Fall

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A algunos nos ha picado el gusanillo de los viajes. En mi caso empezó con el primer libro que me regalaron de niña: Maravillas del Mundo. No sabía aún ni leer pero pronto pensaba: "¿Dónde puedo ir a ver esto?? ¿Al final de esa calle que no puedo cruzar sola, probablemente?" (Las distancias para los niños son un concepto muy elástico: Todo está muy cerca y muy lejos a la vez. Bueno, realmente tienen razón).

Desafortunadamente, a menudo nuestro presupuesto y obligaciones no nos permiten viajar tanto como desearíamos. Pero al menos hay aún algunos modos de comenzar a conocer indirectamente esos lugares del mundo que cortan la respiración y empezar a construir una lista de deseos, de objetivos. Y tener una meta es el primer paso para llegar a ella.

Uno de esos modos es el cine. Y una de esas películas es The Fall (2006) dirigida por el irreverente Tasem Singh.

Como es habitual en el cine de Tarsem, The Fall es, digamos, particular, y más preocupada por el aspecto visual que por redondear la historia. Pero es también un billete de entrada a un mundo mágico y un banquete para los ojos. Y hay tantos sabores a los que hincarle el diente, en este caso.

La historia empieza en 1920, cuando Alexandria, una niña que está en un hospital con un brazo roto, conoce y se hace amiga de Roy, un doble de cine aparentemente paralizado tras una mala caída. El humor de Roy es sombrío pero la inocencia y la curiosidad de la niña, además de un motivo oculto, le impulsan a comenzar a inventar una historia para ella. El cuento de 6 héroes venidos de todo el mundo que unen sus fuerzas para luchar contra el malvado Gobernador causa de sus desgracias. Realidad y fantasía se confunden a partir de ese momento.

Como testigos de esa historia, podemos conocer todos los lugares donde la historia se desarrolla. Un viaje a Camboya, España, Namibia, Francia, India, Argentina, Reino Unido, Egipto, Turquía, Indonesia, Fijj, Nepal, Bolivia, las Maldivas, Italia, Chile. Osea, la leche. Este tío es mi héroe: “-Mirad, voy a rodar esta película en la que me voy a pasar por el forro la mayoría de las convenciones del cine mainstream y tengo que viajar por todo el mundo para hacerlo”. “Ah, vale, aquí tienes el dinero”.

Tarsem empieza por lo que mejor conoce: La India.

Además del famosísmo Taj Mahal, The Fall explora otros muchos paisajes indios. Comenzando por palacios y fortificaciones que corresponden con la imagen casi mitológica que tenemos del país. Por ejemplo el complejo palatino Palacio de la Ciudad (Chandra Mahal, 1729/1732 de Jaipur, la capital del estado Rajastán a donde pertenecen estos arabescos y muros de color.

Chandra-Mahal-Jaipur-

O el Fuerte de Mehrangarh, en Rajastán, rodeado de impresionantes muros.

Mehrangarh-Fort-in-Jodhpur-Rajasthan-India-2

Pero pronto aparecen imágenes más surreales, como, no muy lejos de Jaipur (en Abhaneri), la del pozo de Chand Baori, uno de los primeros construidos en la región para recoger agua de lluvia, a cuyo interior se puede descender mediante un sistema de escaleras que lo convierte en un cuadro de Escher.

Chand-Baori

O sin salir del propio Jaipur, Jantar Mantar, el observatorio astronómico también de 1727 construido por el Marajá Jai Singh II, compuesto por cinco edificios diferentes de formas únicas y sorprendentes, porque cada uno está especializado en un tipo de medición astronómica distinta.

Jantar-Mantar-Jaipur

O cerca de la frontera con el Himalaya, Pakistan y Tibet, Magnetic Hill, un lugar que se dice que tiene propiedades magnéticas que arrastran los coches colina arriba y que puede incluso alterar el vuelo de los avisones si estos no aumentan su altitud. Otros aseguran sin embargo que el efecto es una mera ilusión óptica y que en realidad no existe ninguna interferencia magnética.

Magnetic-Hill-Ladakh-Jammu-and-Kashmir-India-

Magnetic-Hill2

Pero el viaje no se detiene en la India. Por ejemplo, nos lleva a Turquía: hasta Estambul. A una iglesia levantada en el año 360 con el nombre de Santa Sofía, Aγια Σοφία o Santa Sabiduría, (por si sólo ya es especial dedicarle un lugar de culto a la sabiduría, aunque se supone que se refiere a la de Dios), recinto que ha vivido muchas vidas: ha sido una basílica ortodoxa, catedral católica, luego una mezquita y hoy en día es un museo. En su día fue además la mayor catedral del mundo hasta que se terminó la de Sevilla. Su también enorme cúpula bizantina fue un modelo en esto de conseguir cubrir espacios curvos.

Hagia-Sophia-Istanbul

Tampoco nos quedamos en un solo continente: saltando hasta Argentina, en Buenos Aires, se puede ver el especial diseño Art Decó del Teatro Ópera, además de escenas rodadas en el los Jardines Botánico y Zoológico.

Teatro-Ópera-Buenos-Aires

En África nos detenemos en Sossusvlei, en el Desierto de Namib, en Namibia, un desierto de arcilla que genera grandes y fotogénicas dunas rojas.

Sossusvlei-Namibia-dessert

Al Río Li en la provincia de Guangxi en China ya lo habíamos visto en “Tigre y Dragón” pero tiene tantos ángulos espectaculares, con sus bruscas colinas que aparecen y desaparecen cubiertas de árboles en medio del agua, que me encantó descubrir más.

Li-River-in-Guangxi-Province-China-

El toque más clásico proviene de la Villa Adriana, en Tivoli, cerca de Roma. Sí, ese Adriano, el emperador ese del libro de Marguerite Yourcenar, que construyó en el Siglo II esta pequeña ciudad con palacios y termas porque no estaba contento con el Palacio de Monte Palatino (problemas de niño rico, diréis, pero bueno, al fin y al cabo era su casa). Quizás porque el emperador mismo era un ávido viajero, la villa tiene influencias griegas y egipcias.

Hadrian's-Villa-Tivoli-near-Rome

Volviendo a América, encontramos el Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo situado en el Altiplano de Bolivia a 3.650 metros de altura que ha proporcionado grandes imágenes casi surrealistas a los fotógrafos; bien por el paisaje lunar de sus llanuras salinas o bien por el reflejo del cielo en las finas láminas de agua que se crean.

salar-de-uyuni

Un paisaje muy distinto a la explosión de verdor de la jungla de Camboya en la que se alza el templo jemer de Bayon, en Angkhor Thom, no lejos ni muy diferente del famoso Angkor Wat. Entre los bajorelieves que representan el tránsito de la cultura hinduista al budismo, unas misteriosas caras gigantes guardan el lugar.

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Muy diferentes de las estatuas y torres del Puente de Carlos (Karlův most) que une el barrio de Malá Strana y la Ciudad Vieja de Praga, en la República Checa. Si así lo queremos, podemos de paso creer que la imagen de San Juan de Nepomuceno que murió al ser arrojado del propio puente, (algo no muy afortunado para él) nos trae buena suerte.

Charles-Bridge-Prague-Czech-Republic-

Si no tenemos suficiente con los viajes, podemos también gozar como cochinillo en lodazal con el vestuario de la película. Nada menos que de la imaginativa diseñadora Eiko Ishioka. Probablemente ya conozcas su original trabajo: el vestuario de Eiko Ishioka para el Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola fue un hito no sólo para su profesión, sino que fue tan rompedor que se quedó en el recuerdo de todos los espectadores.

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Eiko-Ishioka-The-Fall-movie-costume-designer-2

Los paisajes de The Fall no sólo me han fascinado a mi, así que hay unos pocos blogs con impresionantes fotos fijas de la película que tratan de cartografiar el viaje del héroe:
Como aquí,
aquí
y aquí.

Yo sólo he llevado la antorcha un poco más hacia adelante.

Y aquí tenéis el trailer de The Fall:

¿Alguien siente ahora mismo sed de aventuras y de viajes?

PD. Más información sobre Chand Baori en este post de Hidrología Sostenible.



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